Cosas del Monte IV: El Macuco

Autor: Juan Carlos Chebez

Cuando al atardecer un silbo grave nace de la selva, en especial en las zonas serranas, es que estamos atravesando el territorio del Macuco (Tinamus solitarius), el inambú gigante del monte misionero que duerme sobre los árboles. Conocido antaño con el nombre guaraní casi olvidado de "Inambú-eté" (el inambú verdadero o propiamente dicho) se ha popularizado ampliamente su nombre portugués de amplio uso en el Brasil de Macuco que ha quedado asociado indefectiblemente a numerosos topónimos como la picada y el puerto Macuco en el Parque Nacional Iguazú.

Su plumaje es pardo con un tinte oliváceo surcado por barras oscuras en lo dorsal siendo lo ventral ceniciento y la cabeza y el cuello algo más castaño surcado con una línea clara que nace como ceja y que se pierde en la base del cuello.El largo total varía entre los 40 y 53 cm con una cola pequeña de 8 a 12 cm. La hembra llega a los 1.800 gramos de peso superando en 200 o 300 gramos al macho.Pasea por el piso de selvas despejadas con poco sotobosque, ambiente raro en la actualidad ya que el obrajeo constante va encapuerando la mayor parte de los montes misioneros.

Por eso su preferencia por terrenos quebrados o serranos donde todavía la accidentada geografía ha impedido sacar toda la madera.Allí encuentra sustento en semillas y brotes, acompañados de insectos, arañas y moluscos que busca revolviendo la hojarasca con el pico. Cada tanto se revuelcan en la tierra como lo hacen las gallinas formando un círculo pelado a veces bordeando con las plumas que se le desprenden al tomar tan peculiar baño.Al atardecer se congrega junto a los árboles que elige para pernoctar asentado sobre las ramas donde se apoya en sus fuertes tarsos. A esa hora deja oír su silbo llamando a otros compañeros al refugio elegido para la noche. Conocedor de este hábito ciertos cazadores fabrican silbatos de madera (llamados "píos" en el Brasil) que imitan su voz y tratan de atraerlo para darle fácil caza. Otros en cambio conocen los dormideros o "poleiros" por el desgaste que presentan las ramas donde asientan sus tarsos y aparecen de noche con una linterna provocando verdaderas carnicerías.

Se reproducen en el piso de la selva entre junio y julio y mediados de la primavera aprovechando una depresión con hojarasca y allí pone de 4 a 14 huevos de un hermoso color verde-azulado esmaltado. El macho es el encargado de la  incubación que dura unos 20 días, y de la crianza de los pichones que tardan dos años en llegar a la adultez.Nuestra especie se distribuye desde Pernambuco al norte, el litoral Atlántico al este, Mato Grosso y Goiás al oeste llegando por el sur al este de Paraguay, la mayor parte de Misiones y el norte de Rio Grande Do Sul. Pero lamentablemente en tan vasta superficie que involucra a tres países diferentes: Brasil, Argentina y Paraguay se halla igualmente amenazado por la destrucción de la selva y la sobrecaza por su apetecida carne.

Afortunadamente algunas reservas naturales como el Parque Nacional Iguazú y el Parque Provincial Cruce Caballero, entre otras, lo amparan y la cría en cautiverio se vuelve una alternativa interesante para su recría con fines de repoblamiento y alguna vez en el futuro de uso racional.Por eso cuando sentimos nacer su silbo grave desde una agreste hondonada, respiramos tranquilos porque el rey de nuestros inambúes nos sigue acompañando.



15 de Marzo de 2010

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