Cosas del Monte II: El Serelepe

Autor: Juan Carlos Chebez

Todavía muchos visitantes se sorprenden cuando les cuento que en la selva misionera viven ardillas. Para muchos estos roedores arborícolas son exclusivos de los bosques fríos de Eurasia o Norteamérica de donde nos llegan sus imágenes en documentales, fotos o postales, siendo muy conocidas sus costumbres de habitar plazas o paseos donde recibe el alimento de la mano de los transeúntes o bien de acercarse en el invierno boreal a los balcones en busca de algún sustento.

Pero en Misiones en la húmeda maraña una pequeña ardilla de pelaje gris oliváceo con tintes amarillentos  y grandes ojos se escurre fugitiva entre las ramas con una agilidad que asombra al sorprendido observador. Se trata del "Serelepe" o "Coatí-Serelepe" (Sciurus aestuans) conocido en los libros como ardilla gris misionera, por distinguirse así de la otra ardilla que puebla la Argentina, la ardilla roja o nuecera (Sciurus ignitus) propia de las Yungas o selva jujeña-salteña en el noroeste.

Nuestra especie habita exclusivamente en Argentina las selvas de Misiones, distribuyéndose también por el sudeste brasileño y el este paraguayo. Se la puede observar correteando el estrato arbóreo superior, aunque a veces baja al suelo como nos tocó comprobar en la Ruta Nacional N° 101 y en Puerto Iguazú.

No obstante es una excelente trepadora y usa su larga cola tupida, poblada de largos pelos, como un extraordinario balancín que la ayuda a mantener su equilibrio. No es raro también verlo bajar de cabeza en perfecto tirabuzón por los rectos troncos de la palma pindó, cuyos coquitos lo enloquecen. Su regimen es vegetariano y especialmente frugívoro pero en nuestra zona no ha sido estudiado en detalle. En apariencia pernocta y esconde a sus crías en huecos de los troncos cavados por los pájaros carpinteros o "picapáus" y sus costumbres son mayormente diurnas.

Afortunadamente no precisa de grandes superficies de selva para vivir y se anima aún a poblar isletas periurbanas o incluso manchones de solo 9 hectáreas, totalmente rodeados de "teales" como pudimos corroborar en Oberá. Esto permite no considerarlo por ahora en riesgo de extinción aunque desde ya retrocede con su hábitat a pasos agigantados. Su aparente rareza se debe más bien a la dificultad de verla que a su real escasez.

Sabemos que Horacio Quiroga la tuvo como mascota, al igual que Don Federico Kruse que tuvo un macho llamado "Pedrito" que vivió muchos años en una pequeña jaula en la que solía caminar por el techo, mientras acariciaba con ademanes nerviosos su peluda cola.

Las selvas sudamericanas albergan numerosas especies de ardillas que se diversificaron al ingresar desde Norteamérica por el itsmo de Panamá a través de las selvas tropicales del continente, de allí que esta familia "norteña" pueble nuestros montes.

Ojalá algún día nuestro "Serelepe" pueda ser tan confiado como sus rojos y grises parientes septentrionales y vuelva a nuestras plazas y jardines. Para ello debemos parar la quema de la selva y quebrar nuestras hondas como corresponde a buenos vecinos.

Artículo escrito en 1994.



01 de Febrero de 2010

Comentarios



  1. #1   laura dijo: 19.08.2011 - 11:49hs Es muy cierto que estas hermosas y tiernas ardillas logran sobrevivir en pequeños espacios de monte rodeados de ciudad, como lo hacen en las pequeñas 5 hectáreas de Monte Aventura en la ciudad de Oberá Misiones, como ya lo dice el texto. Algo que me sorprende de ellas es que con el tiempo se vuelven más sociables y pierden el miedo a las personas; incluso cuando éstas se acercan para observarlas y sacar fotos, transitan por el quincho del lugar sin ningún problema. Y lo más sorprendente es el ruido que hacen al sentirse atacadas, podría describirlo como el grito de las urracas pero en otro tono,ja. Hay que aprender a disfrutarlas mirándolas y cuidarlas de aquellas personas que quieran lastimarlas...

  2. #2   Antonella Gimenez Blanco dijo: 28.07.2013 - 23:43hs quisiera saber si viven de a grupo o si son solitarias ...



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