Transitábamos por los Andes jujeños junto a Karen, Ingo, Tania y Kevin, de pronto unas figuras emergieron del paisaje, pastando entre Yaretas e Iros; a 6 metros, ignorándonos, las Tarucas se alimentaban frenéticamente entre nubes y cielos. Se trataba de dos adultos y un juvenil. Seguimos nuestras huellas y ellas se quedaron en su mundo de abismos y vientos. Debemos recordar que este raro cérvido del noroeste argentino está incluido en el Apéndice I de CITES y la UICN lo considera vulnerable.
Comentarios
#1 Erica dijo: 20.01.2011 - 15:17hs medio pobre en contenido. no?
#2 Ana Di Pangracio dijo: 20.01.2011 - 17:54hs También la Taruca es Monumento Natural Nacional...
#3 Sebastián Fusco dijo: 27.02.2011 - 23:10hs Creo necesario en este tipo de avistajes dar la zona más específica para poder seguir mínimamente un monitoreo.