Muerte, mentiras y sojeros. El crimen del dueño de la estancia La Fidelidad -250.000 ha en El Impenetrable -desnudó una obscena pelea en pos del desmonte de la tierra que es refugio del yaguareté. Y abrió el camino para crear una reserva natural única.
Si hubiera que ponerle un punto de partida a esta historia, diríamos que arranca el 13 de enero de 2011, cuando Nelly Bartolomé y Manuel Roseo fueron asfixiados con unas pedestres bolsitas de plástico en la cabeza. Ocurrió en Castelli, uno de esos pueblos de calma chicha y calor intenso, esa famosa selva seca. Roseo no era una víctima cualquiera: era dueño de una propiedad inmensa -250 mil hectáreas- allí donde el Impenetrable recibe las aguas caprichosas del Bermejo, un río que cambia de curso a su antojo mientras va esquivando o arrasando a su paso enormes bancos de arena. En vida de Roseo, ese gran latifundio, que desde 1890 se llama La Fidelidad, había sido más una carga que una reserva de valor para el finado (así mentan los chaqueños a sus muertos). Llegar hasta allí en 1972, cuando compró el campo junto a su hermano Luis, también hoy finado, era una tarea titánica. Pero con el avance desaforado de la frontera agrícola y la industrialización casi tayloriana de la soja, las tierras del italiano, que había nacido en Roma 75 años antes de dar su último suspiro, se habían convertido en un botín alucinante, Tan es así que años atrás se había fraguado la venta de grandes porciones de esos campos, cosa que lo alteraba y lo hacía desconfiar de todos. Con justa razón.
Precisamente porque Roseo nunca supo o pudo explotar La Fidelidad como una propiedad capitalista moderna, es que quedó convertida en un vergel de proporciones casi míticas, al que los grandes conservacionistas como Juan Carlos Chebez -prócer de la Fundación Vida Silvestre- ya le habían echado el ojo por su biodiversidad única. Apenas se encienden las estrellas sobre este lado del mundo, los animales comienzan a emitir cantos que estremecen el alma. Entre matorrales, flores multicolores y árboles añosos, altos y gordos como uno no había visto nunca jamás, dejan sus huellas una variedad infinita de criaturas. Entre ellas, el rey de los carnívoros del norte argentino: el yaguareté.
Los mocovíes -etnia aborigen oriunda del Chaco- dicen que el año empieza en primavera, porque el monte explota de vida cuando florece. Pero el colono blanco vio todo esto como un desierto verde y se empecinó a eliminar todo lo que crecía naturalmente. La introducción de la soja trasgénica sólo recrudeció el proceso, y del Gran Chaco Americano, el segundo sistema boscoso del continente luego del Amazonas, sólo queda un porcentaje mínimo. Se desmontan por día unas veinte canchas de fútbol y La Fidelidad es el último reducto de ese bosque que queda intacto. Desde el aire es un incesante mar verde salpicado por ojos de agua. Increíble.
En el Chaco es muy sencillo saber dónde hubo bosque y dónde no. Generalmente, las topadoras dejan un pequeño cortinado de matorrales, como para disimular el desastre ambiental que han provocado. Igual, a los árboles de valor los arrancan sin piedad y sólo quedan en pie lo que el hombre desprecia. Contra lo pregonado, la destrucción del monte sólo trajo miseria para los pueblos originarios. la pobreza los fuerza a constantes migraciones, lo que está erosionando su último capital cultural: la lengua. Al derribar el monte, el Chaco no sólo pierde su biodiversidad increíble, sino también su historia literalmente milenaria. Hay otra paradoja: a los mocovíes, por ejemplo, los buscan para arrancar las raíces que quedan del bosque incinerado, lo que es como mandarlos a arrancar su historia de cuajo. Vuelven a sus pueblos con las quemaduras que les provocan las cenizas calientes e intoxicados porque les dan de beber agua de los bidones del glifosato, el poderoso herbicida al que la soja trasgénica resiste. Aunque este pueblo solía habitar la zona centro/sur de la provincia, para sus representantes la recuperación de La Fidelidad -en la zona lindante con Formosa- también implica reivindicar su forma de vida. "Antes tenías acceso al monte. Ahora el monte no está; está la soja", dice con su boca desdentada Oscar Villalba, un dirigente mocoví. "Nuestra cultura era de pescar, cazar y andar. Ahora encuentro todo prohibido y privado. Antes teníamos plena libertad, ahora tenemos planes sociales".
A pesar de su brutalidad, el crimen de Roseo, un tano que vivía tan austeramente como sus empleados, vino a cambiar la discusión a favor de la conservación y contra el desmonte. Antes de que aparecieran las topadoras voraces, las ONGs ambientalistas del país se unieron para hacer campaña para que La Fideldiad se convirtiera en el gran Parque Nacional del noroeste argentino, un trámite que parecía imposible pero ya comenzó a caminar, rengueante pero altivo.
La propiedad tiene 150 mil hectáreas del lado del Chaco y 100 mil del lado de Formosa. el 21 de diciembre pasado, la legislatura chaqueña aprobó por unanimidad un proyecto de ley que había enviado en agosto el gobernador Jorge Capitanich para declarar al latifundio "territorio de utilidad pública". La misma ley determinó la expropiación de los campos y, al mismo tiempo, creó un fideicomiso para resarcir a los herederos: serían unos trece millones de dólares; unos 86 dólares la hectárea. Por lo tanto, ta no se puede ni tocar ni vender las tierras que fueron de Roseo, al menos las que están al sur de la ribera chaqueña del Bermejo. En Formosa, por ahora sólo se decidió "zonificar" los terrenos en "amarillo" y "rojo", dos denominaciones de la Ley de Bosques, lo que permitiría hacer allí una explotación mínima.
La creación del fideicomiso es un hecho extraordinario en la historia de los parques nacionales, porque le permitirá a toda la ciudadanía participar a su modo de un proyecto de conservación tan trascendente. En noviembre pasado, la organización Banco de Bosques y la Red Solidaria ya habían empezado con una campaña para juntar botellas de plástico para recaudar fondos. Y la cantidad de personas que colabora es enorme: chicos de las escuelas, presos, gente común que sueña con un país ambientalmente más sano. Pero no sólo es la belleza lo que está en juego en esta historia: necesitamos de los bosques para desacelerar el calentamiento del clima global. La Fidelidad, entonces, es clave para tener un futuro.
Pero nada es tan simple en esta historia, colmada de intrigas e intereses oscuros, que fueron en definitiva los que terminaron con la vida de Roseo y la de su cuñada, en un doble asesinato ejecutado con una crueldad calculada. Mientras asfixiaba a don Manuel con el polietileno en la cabeza, sus sicarios intentaban forzarlo a que pusiera el pulgar sobre un boleto de compraventa trucho de La Fidelidad. Se ve que la víctima luchó todo lo que pudo, porque en la primera página del documento (todo un testimonio de la ferocidad de lo ocurrido esa mañana) el pulgar de Roseo aparece esparcido a lo largo de la página, como si alguien lo estuviera obligando a fijar el dedo en un punto y él, en cambio, lo arrastrara. En la última página, obviamente ya estaba muerto: su huella dactilar, colocada sobre su firma falseada, aparece impresa con mayor fuerza que la de su cofirmante, el supuesto comprador. Este señor es Luis Raúl Menocchio, a quien la prensa tildó con coloridos motes como El hombre de las mil caras, Gusano o El Hannibal lecter argentino. Lo cierto es que, más allá de los nombres, este misionero -hijo de un hombre muy rico y también estafador- tiene un largo historial de acusaciones de asesinato, incluido el crimen de Claudio Nozzi, un productor de HBO que apareció flotando en el Paraná en 2008. Siempre se saca una foto con sus víctimas, y Roseo no fue la excepción. Es obvio que Menocchio tiene conexiones que llegan adonde la imaginación se pierde, ya que cuando lo detuvieron por el asesinato de Roseo, fue a parar a una celda VIP: allí se hizo instalar un piso de goma, tenía conexión wi-fi, laptop y baño privado. La revelación de estos datos fue un escándalo y fue trasladado a una cárcel para narcos.
Créase o no, tres meses después del crimen, el propio Menocchio pidió se excluyera del trámite sucesorio de Roseo a La Fidelidad porque el italiano supuestamente se la había vendido por 40 millones de dólares en efectivo. La presentación de ese documento fraguado podría ser vista como todo un acto autoincriminatorio. Pero ¿es Menocchio el último eslabón de la cadena en este asesinato o recibe órdenes? Lo cierto es que Roseo venía siendo acosado desde 2005, cuando se enteró de que "le habían vendido" los campos tipos que fraguaban títulos en Santa Fe y Buenos Aires. Uno de los involucrados en esas misteriosas operaciones es Claudio Gómez, supuesto partícipe del doble homicidio. Las víctimas fueron torturadas: tenían los dedos quebrados.
Lo que nadie calculó es que Roseo, así de reservado como era, tenía una vida amorosa semipública y descendencia. A su enamorada, Nélida Cuellar, la había conocido cuando ella tenía diecisiete años. Se la había traido del monte para que fuera empleada doméstica. Pero dicen que recién al año siguiente le declaró su amor. Producto de esa relación, llegaron Lucía Manuela, una bella joven que hoy tiene dieciocho y el corte de cara de su papá, y Emanuel, de nueve, que nació con un problema neurológico y vive en una silla de ruedas. La mamá de los dos es una mujer que habla despacio, con timidez y dolor. "No me lo dejaron velar", me dice, y yo tampoco quiero escarbar en su entristecida alma porque aquí antes que nada hubo una pérdida irreparable, la de su hombre. Porqué no se casaron, lo que hubiera ahorrado el berenjenal legal que vino después, no me lo cuenta. Pero gente que conoce la historia dice que Roseo y su cuñada, la otra finada, tenían una relación de convivencia en la que Nélida era "la otra". Ella aún vive en la casita blanca que está cerca del aserradero de Roseo, donde él la visitaba todos los días. Cada moneda que ella gastaba, la tenía que registrar en un asiento contable que él revisaba minuciosamente, cuentan los que saben del caso. A lucía le había empezado a enseñar las artes del manejo de su negocio. Y la mañana del crimen, mientras su papá estaba siendo sofocado sin piedad, la chica estaba en la puerta de esa casa esperando que le abrieran. No podía ni sospechar lo que estaba pasando adentro. Luego de las dos muertes, pasmados de horror, los Cuéllar partieron a esconderse a Sáenz peña, la segunda ciudad chaqueña. Temían que vinieran por ellos, y la fiscal en la que recayó la investigación -Juana Rosalía Nis, les negó protección.
En verdad, Nis no quiso saber nada con el tema de los herederos desde un principio, a punto tal que el abogado de Cuéllar, Gustavo del Corro, tuvo que recurrir a la justicia de Saénz Peña para que autorizara una extracción de muestras de ADN. Los análisis -realizados en los laboratorios del Hospital Durand y la Fundación Favaloro- demostraron una relación de filiación de más del 99% tanto en Lucía Manuela como en Emanuel. Pero aquí otro misterio: luego de esa pericia, la fiscal mandó a embalsamar el cuerpo del finado. El formol utilizado puede destruir el ADN, nos confirman desde la Fundación Favaloro. A la viuda nadie le pidió permiso para realizar este procedimiento con Roseo. El que pone la firma es un empleado de la estancia: Roberto Steer. Nélida dice que lo llamó para preguntarle por qué autorizó esto y que él no supo qué decirle.
Del Corro es un típico abogado del interior, amable y sagaz, hecho para la palabra. El afirma que el gobierno del Chaco está "en contra de los herederos" y teme por una maniobra judicial para desconocer los análisis de ADN. Esto es porque hay sobrinos italianos de Roseo que también reclaman la propiedad. Hay muchos millones en juego, pero por ahora Nélida Cuéllar y sus hijos viven en la pobreza, en esa misma casita donde la instaló el tano. Aún viven de la madera que tenían cortada del lado formoseño (Capitanich había puesto en "zona roja todo el lado chaqueño, prohibiendo así que se tire un árbol más). Es a ellla que los empleados de la estancia -dieciséis familias en total- le reclaman el pago de los salarios pendientes desde enero.
"La tierra es nuestra dueña. Nosotros no somos dueños de la tierra. Nadie es su dueño", afirma Juan Carlos Martínez, un líder mocoví que nos acompaña a La Fidelidad. Cuentan que el primer dueño de la estancia fue Natalio Roldán, un comerciante empecinado en unir el noroeste de la Argentina con el Paraná, a través del Bermejo. Obviamente, el río ganó la pulseada: cuando Roldán perdió, encallado, el cuarto vapor de su Sociedad de Navegación del Bermejo, el gobierno de Salta le ofreció en recomenpensa este territorio tan hermoso. El Congreso Nacional ratificó esa decisión en 1890. El nuevo dueño, que entró en trato con los wichis, no tardó en ser estafado por su abogado (¿suena familiar?). Fue así que la propiedad fue a remate y la compró Bunge y Born. Llegaron a construir una pista de aterrizaje, pero poco más: en 1972, cansados, los Bunge les vendieron la estancia a los Roseo, que tampoco entendieron cómo trabajarla. El primer acto de los italianos fue alambrar el perímetro -una fortuna- e introducir tres mil cabezas de ganado. Se les escaparon por el monte y perdieron todo. Luego, la famosa circular 1.050 de Martínez de Hoz multiplicó sus deudas. Finalmente, Manuel se conformó con sacar los algarrobos más añosos para trabajarlos en su aserradero de Castelli. Iba poco a La Fidelidad por culpa de los mosquitos, invencibles a cualquier repelente.
Entramos a la estancia acompañados por Emiliano Ezcurra, el entusiasta director del Banco de Bosques. Viene también en la expedición un representante de la etnia qom, Juan Chico, quien al ver el paisaje exclama extasiado: "¡Es como lo que nos contaron los viejos!". Atravesar este territorio, lleno de algarrobos con sus vainas amarillas, palos borrachos panzones y cactus gigantes que parecen abrazar el cielo, es una aventura.
La diferencia de La Fidelidad con el resto de El Impenetrable, y lo que la hace tan apetitosa a los intereses sojeros, es que tiene agua. Primero, porque tiene acceso al Bermejo, río marrón bordeado de un verde bien espeso;segundo, porque posee muchos espejos de agua donde nadan a piacere yacarés y peces de lo más diversos. De repente, vamos en canoa por un afluente del Bermejo -en Chaco lo denominan Teuco- al que denominan Riacho Muerto, y vemos bichos de toda clase en el agua, agitando la calma.
Entre estos montes, habitan especies que están en peligro crítico: el yaguareté, el tatú carreta y el chancho quimilero. Cuando anochece, los pecaríes corretean por el monte en fila. Y luego las ranas comienzan a entonar sus cantos nupciales con toda la fuerza del amor. Es entonces que este lugar, a veces árido y muy caluroso, se torna en un sitio donde reina una magia sobrecogedora.
Indómita y todo, La Fidelidad es un monumento natural. Una vez que sea reserva natural y se vayan los cazadores, otros animales volverán a sus montes. Y entonces será un lugar tan fascinante para ir a observar fauna como los parques africanos, que sacaron a poblaciones enteras de la pobreza. Ya ocurrió algo parecido en el Iberá. Ojalá que ahora sea el turno de Chaco y Formosa.
Fuente: Revista Viva (08/01/2012)
Texto: Marina Aizen
Comentarios
#1 Jorge Omar dijo: 08.01.2012 - 14:23hs Despues de leer este interesante articulo publicado por la revista VIVA del matutino Clarin del domingo 8 de Enero de 2012, sobran las letras y las palabras para hace reflexionar sobre el salvaje despojo a que se someten a pueblos originarios y a nuestra naturaleza silvestre que forman la cultura y el paisaje que hacen al pais real, a ese pais que don Atahualpa Yupanqui rescata en sus letras y canciones.
Pero la pregunta que surge ahora es ¿Que estan esperando las autoridades de la provincia de Formosa para acelerar las gestiones tendientes a cumplimentar la parte que les corresponde de la Estancia La Fidelidad en el territorio formoseño y adicionarlas a los avances registrados del lado chaqueño para de una vez cerrar a la codicia maderera y sojera los limites del nuevo y futuro parque nacional Bi- Provincial::???
Jorge Omar
#2 gjs205 dijo: 08.01.2012 - 18:13hs Me pregunto lo mismo, que espera la provincia de Formosa para hacer lo mismo que la del Chaco?
#3 eduardo dijo: 01.02.2012 - 20:44hs realmente deplorable el articulo , totalmente sesgado , deja a los productores agropecuarios , a los Ingenieros Agronomos como especie de GENOCIDAS que tratan de matar a los Mocovies , que los esclavizan y le dan de tomar agua envenenada , por Dios una cosa es amar la conservacion de las especies otra es escribir un articulo falaz y mentiroso .
SEGUN El DR Kuntz del INTA santiago del estero , uno de los especialistas mas serios de la historia del chaco , en el 1600 se podia transitar libremente desde RESISTENCIA a SALTA , es decir el GRAN CHACO era un sabana donde isletas de montes se combinaban con ppastizales pirogenos , el fuego regulaba pastizales/monte , entonces aparecio el " TAN ODIADO BLANCO " LLAMADO ASI POR EL AUTOR DE ESTE ARTICULO , el odiado blanco solto vacas y cabras especies exoticas que a traves del sobrepastoreo impidieron el fuego y rompieron la relacion pastizales pirogenos/bosque a favor del bosque , HOY HAY MAS MONTE QUE EN EL AÑO 1600 , los productores en general no son ningunos degenerados que tienen como meta el genocidio y para no extenderme el ordenamiento territorial lo debe ordenar el estado , pero el monte chimbeado es decir degradado por la extraccion de las especies utiles lo unico que produce en la gente es HAMBRE Y ADEMAS EN EL IMPENETRABLE NO HAY SOJA , LA HAY MAS AL SUR