El sotobosque de la selva: "Para el que mira sin ver, las cañas son cañas nomás"


Los cañaverales de la selva misionera son ambientes poco conocidos y apreciados por la mayoría de la gente, pero que albergan una gran variedad de vida. Se trata de densas consociaciones de cañas conocidas localmente como tacuaras, de las cuales podemos reconocer cuatro especies en la región: el tacuarembó, una caña delgada pero maciza de hasta 11 cm de diámetro, el tacuapí y el yatevó, dos cañas de tamaño intermedio de cerca de 10 y 15 m de altura respectivamente, y el gigante tacuaruzú, que crece en matas muy densas las cuales suelen alcanzar los 30 metros de altura, cada una armada con fuertes espinas en sus nudos.Estos ambientes son utilizados por una gran variedad de formas animales, algunos de ellos sólo presentes en estas formaciones vegetales. Como ejemplos podemos mencionar la rana tacuarera, un anfibio endémico de los tacuarales; al batará pecho negro, un ave rara y con serios problemas de conservación debido a la destrucción de este ambiente; a la extremadamente rara y escasa palomita morada; al gallito overo, que suele buscar insectos en lo más denso del cañaveral; y a la rata tacuarera quien posee patas adaptadas para trepar por las cañas y llegar hasta sus brotes, de los cuales se alimenta. Además son frecuentados por otras aves como el corbatita picudo, la tovaca común y el batará copetón, entre otras. Como todas las cañas de la familia de las bambúseas, las tacuaras sólo florecen y dan frutos luego de una determinada cantidad de años. Por ejemplo el tacuaruzú lo hace cada 25 a 30 años aproximadamente. Luego de esto mueren y son en pocos meses reemplazadas por nuevas cañas que se originan a partir de sus semillas, de rápida germinación. La brusca y abundante producción de semillas durante su floración, convoca a una gran cantidad de aves granívoras y produce la aparición de asombrosas concentraciones de ratas y ratones, fenómeno que se conoce en Brasil con el nombre de "ratadas". Desgraciadamente el constante desmonte llevado a cabo en una gran parte del territorio misionero con fines principalmente económicos, hace peligrar el destino de este interesante "microambiente" y con ello, el de muchas especies animales ligadas a él. Sin embargo, densos remanentes en buen estado de conservación aún subsisten en áreas protegidas como el Parque Nacional Iguazú, el Parque Provincial Urugua-í y Cruce Caballero y en la Reserva de Biosfera Yabotí, existiendo todavía importantes parches y manchones de esta singular formación vegetal carentes de protección en determinados sectores de la provincia, los cuales sería apropiado conservar mediante la creación de nuevas áreas protegidas. Además sería de especial interés la efectivización del Área Integral de Conservación "Corredor Verde", con el cual se estarían protegiendo más de un millón de hectáreas en las cuales todavía subsisten cañaverales en varios sectores. Su futuro, junto con el de la muestra selvática más meridional del continente, depende desgraciadamente del hombre y sólo dejando de lado el egoísmo y la codicia individual, este ambiente podrá ser admirado por las próximas generaciones.



31 de Octubre de 2009

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