Tiempos pasados siempre fueron mejores. Usualmente empleamos esta frase para recordar momentos en que según nuestro punto de vista, fueron mucho más positivos que los actuales y rememoramos aquellos con nostalgia. Recorriendo las bastas obras de viajes por Sudamérica de los siglos XVIII y XIX nos encontramos con sorpresivas menciones y descripciones de especies que, según numerosos autores y viajeros, estaban donde hoy ya se encuentran localmente extintas. En este caso, Charles Darwin, en su viaje a bordo del Beagle, con el cual realizó un exhaustivo viaje por el mundo entre los años 1831 y 1836, describió una cantidad importante de aves, mamíferos, invertebrados y fósiles que observó en su paso por nuestro territorio. La obra quedó plasmada en "Viaje de un naturalista alrededor del mundo", detallado cuaderno de anotaciones del científico. Aquí se reproduce una parte de aquel diario en donde nos sorprende con una descripción minuciosa de los hábitos, distribución y folclore del Yaguareté, especie hoy condenada a sobrevivir en fragmentos de territorio en el norte de nuestro país, pero que en aquel entonces, y según el autor, vagaba por el Paraná alimentándose de carpinchos y peces.
"Como el tiempo no estaba bueno, tuvimos que amarrar, al venir la madrugada, a la rama de un árbol en una de las islas. El Paraná esta lleno de ellas y pasan por una constante alternativa de decadencia y renovación. El patrón del barco recordaba haber visto desaparecer varias de las grandes y formarse otras nuevas, que se habían cubierto de una protectora vegetación. Se componen de arena cenagosa, sin la menor pedrezuela, y a la sazón se levantaban poco más de un metro sobre el nivel del río; pero se inundan durante avenidas periódicas. Todas presentan el mismo carácter, es a saber: numerosos sauces y algunos otros árboles enlazados unos a otros por gran variedad de plantas trepadoras, dando por resultado una frondosa manigua (1). Estas espesuras suministran un refugio a los Capybaras y jaguares. El miedo a los últimos ha dado al traste con todo el placer que me prometía de internarme en el bosque. Esta tarde, no bien había andado 100 metros, cuando halle señales ciertas de la reciente presencia del tigre, viéndome obligado a retroceder; en todas las islas se veían rastros; y como en la excursión precedente el motivo de la conversación fue "el rastro de los indios", así ahora lo fue "el rastro del tigre".Las riberas frondosas de los grandes ríos parecen ser las guaridas favoritas del jaguar; pero al sur del Plata se me dijo que frecuentaba los cañaverales de los bordes de los lagos. Juzgando por estos hechos, diríase que la fiera necesita agua; pero sin duda la afición a esos sitios proviene de hallar en ellos los animales que le sirven de alimento. Su presa más común es el Capybara; de modo que, al decir de la gente, donde abunden los Capybaras no hay que temer al jaguar. Falconer (2) afirma que cerca de la parte meridional de la desembocadura del Plata hay muchos jaguares, y que estos se alimentan principalmente de peces, y así lo he oído repetir. En el Paraná han matado a numerosos leñadores, y hasta asaltado los barcos por la noche. Un hombre que ahora vive en Bajada, subiendo de allí en una embarcación por la noche, se vio de pronto en las garras de un jaguar que había saltado al puente, y aunque escapo con vida, perdió para siempre el uso de un brazo. Cuando las avenidas arrojan de las islas a estos animales, son peligrosísimos. Me contaron que pocos años antes un jaguar enorme había penetrado en una iglesia de Santa Fe; dos padres que entraron, uno tras otro, fueron muertos por la fiera, y un tercero que acudió a enterarse escapó con dificultad. Se mato a este jaguar, a balazos, desde un ángulo del edificio, que no tenia tejado. En esas épocas causa también estragos en el ganado vacuno y caballar. Dicen que mata las presas desnucándolas. Si se los ahuyenta de los cadáveres de sus victimas, rara vez vuelven a buscarlos. Refieren los gauchos que cuando el jaguar merodea por la noche se ve acosado por lo zorros, que le siguen aullando. Es curiosa la coincidencia de este hecho con lo que se afirma generalmente de los chacales, que acompañan con análoga oficiosidad al tigre de la India. El jaguar ruge con frecuencia insistente durante la noche, y en especial en vísperas de mal tiempo.Un día, cazando en las riberas del Uruguay, me enseñaron ciertos árboles a que acuden constantemente estos animales, según se dice, para afilarse las uñas. Vi tres árboles muy comunes; enfrente la corteza estaba desgastada y lisa, como si el animal hubiera frotado el pecho contra ella, y en cada lado había profundas arañaduras, o mas bien surcos, que se extendían en línea oblicua cerca de un metro. Dichas señales pertenecían a diferentes épocas. Un medio ordinario de asegurarse de si hay en las inmediaciones algún jaguar es exactamente semejante al que diariamente puede observarse en el gato común cuando, con las patas delanteras tensas y las uñas estiradas, araña las patas de las sillas; y tengo noticia de que los frutales tiernos de un huerto en Inglaterra quedaron medio estropeados por los arañazos de un gato. Un hábito parecido debe tener también el puma, por que en el terreno duro y sin vegetación de Patagonia he visto a menudo arañazos tan hondos que no podían atribuirse a ningún otro animal. El objeto de tal práctica es, a lo que creo, hacer desaparecer las asperezas de las garras, y no afilarlas, como creen los gauchos. Al jaguar se le mata sin gran dificultad con ayuda de los perros que le acorralen y obliguen a encaramarse al tronco de un árbol, donde se le despacha a balazos."
Al repasar su obra, está claro que Charles Darwin era un naturalista nato, con gran poder de observación, y con una formación académica importante que le permitía sacar conclusiones acerca de las cosas, que aun hoy en día están vigentes y continúan en discusión. Su descripción del "jaguar" en el Plata muestra la dura realidad del retroceso histórico de esta especie, debido a múltiples factores: destrucción del hábitat, caza furtiva, caza por ataques al ganado doméstico, conflicto con el hombre por considerarlo un peligro, etc. Conociendo esta situación, se vuelve esencial apoyar la creación, implementación y ampliación de corredores biológicos entre las áreas protegidas que lo resguardan y generar conciencia entre los pobladores que comparten su hábitat sobre la situación grave de este felino. Luchemos para que nuestro tigre no quede sólo como un recuerdo en los libros de viajeros.
(1) Terreno pantanoso cubierto de maleza tropical (2) Hugh Falconer (1808-1865), Doctor de la Royal Society, fue un distinguido geólogo escocés, botánico, paleontólogo y paleoantropólogo.
Bibliografía
- DARWIN, C. 1935. Diario del viaje de un naturalista alrededor del mundo en el navío de S.M. Beagle. Tomo I. Editorial Espasa-Calpe S.A. Madrid, 344 páginas.- CHEBEZ, J. C., 2008. Los que se van. Fauna Argentina amenazada. Tomo 3. Editorial Albatros. Buenos Aires, 336 páginas.
Darwin y el yaguareté
Autor: Diego Ferrer
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