CRMAN: Refugio de Primates Argentinos

Autor: Estefanía Martínez

Sus aullidos pueden ser escuchados a más de diez kilómetros de distancia. Generalmente si uno de los individuos de la tropa da comienzo a aquel grave sonido en particular, el resto de los integrantes seguirá al unísono creando entre todos una conjunta sinfonía con la cual, a través de ella, estarán marcando territorio frente a algún grupo vecino.

Los monos aulladores (género Alouatta) son especies que se distribuyen en varios países de Latinoamérica: Brasil, Bolivia, Venezuela, Colombia, Paraguay, Ecuador, Perú y Argentina, incluso llegando hasta México. Particularmente en nuestro país, se los encuentra en las provincias que forman el noreste argentino: Misiones, Chaco, Formosa, Corrientes y Santa Fe, una región que se caracteriza por ser su ambiente natural. Sin embargo, no siempre se los encuentra en estos lugares sino que muchas veces esta especie es vulnerable a los caprichos del hombre que lo priva de su libertad, ya sea a través de la venta ilegal como mascota o la exposición en las jaulas de zoológicos que algunas veces solemos visitar.

En nuestro país existe un lugar dedicado a la reeducacion de primates que alberga individuos de esta especie, Alouatta caraya, es el Centro de Reeducación del Mono Aullador Negro (CRMAN). El mismo funciona hace dos décadas en la localidad de La Cumbre, provincia de Córdoba, siendo el único en Argentina dedicado a la rehabilitación de ejemplares que llegan allí por alguna de las situaciones mencionadas anteriormente y que necesiten un período de rehabilitación para posteriormente poder reinsertarlos en su hábitat natural.

El CRMAN alberga una gran cantidad de individuos, muchos de los cuales han nacido en el lugar que cuenta aproximadamente con 400 hectáreas donadas a su fundadora Alejandra Juárez en los inicios del proyecto. Desde el comienzo de su funcionamiento hasta el presente, voluntarios de diversas nacionalidades europeas y latinoamericanas han ofrecido su colaboración en la principal misión conservacionista llevada a cabo a través de los años, en particular realizando estudios de comportamiento y adaptación de los distintos grupos de monos (o tropas) presentes en el lugar.

En agosto del corriente año, colaboré como voluntaria para realizar la liberación de un grupo de ejemplares en período de adaptación. Básicamente el trabajo de campo consistió en la observación diaria del comportamiento de cada uno de los involucrados para determinar si existía la posibilidad que se relacionen y por ende funcionen como un grupo. La tarea no fue fácil y llevó muchas horas de observación durante el día así como guardias nocturnas. El seguimiento lo realicé con Juan Pablo Heredia, voluntario permanente desde hace diez años en el proyecto e integrante de esta organización no gubernamental, turnándonos determinadas horas, a lo largo del día. Según las propias palabras de este profesor en biología, la experiencia de vivir tantos años con monos de esta especie resultó una elección de vida desde joven a causa de su pasión por los animales y también por haber colaborado cierto tiempo como guarda en el zoológico de Córdoba, grupo de voluntarios que Alejandra impulsó años atrás previamente a la fundación del Proyecto Carayá.

A su vez, es importante resaltar que esta organización no cuenta con subsidios permanentes de ninguna clase sino que se mantiene gracias al aporte desinteresado de personas o voluntarios que, al igual que sus integrantes, manifiestan preocupación por la preservación de esta especie y por tal motivo colaboran a través de donaciones de alimentos, herramientas y cualquier material necesario para mantener a los más de ciento veinte ejemplares que habitan el lugar, considerando que no resulta tarea fácil su mantenimiento en cautiverio.

Además de los voluntarios nacionales e internacionales que colaboran con las actividades diarias del centro, también profesionales del campo de la naturaleza como biólogos o veterinarios ofrecen sus conocimientos a través de proyectos de investigación con el fin de preservar a los monos aulladores. El año pasado, tuve la oportunidad de participar en uno de esos proyectos como asistente de campo. En esta oportunidad decidí volver para ofrecer mi colaboración en la liberación de un grupo de ejemplares y también en las actividades diarias de rehabilitación de estos individuos.

Una de las preguntas que me surgieron durante la estadía, al igual que las personas que lo visitan a diario, el por qué de la existencia de un centro en plena sierra siendo que no es el lugar donde naturalmente se los puede encontrar. Debo confesar que a lo largo que pasaron los días, esa cuestión dejo de resonar en mi mente y al observarlos diariamente como lograban establecerse en su recinto de liberación y adaptarse al mismo, pese a no ser su ambiente natural, hizo que me replanteara la cuestión inversa: que sería de ellos sin la existencia de este lugar, a dónde irían a parar todos aquellos ejemplares que llegan al centro y que por algún motivo han sido extraídos de su hábitat.

En octubre del año pasado, la reconocida primatologa británica Jane Goodall en el marco de su visita a nuestro país recorrió las instalaciones del CRMAN, manifestando su apoyo a la noble tarea conservacionista realizada con la especie Alouatta caraya en Argentina. Si alguien como la Dra. Goodall, con casi cincuenta años de experiencia en la conservación de primates del viejo mundo expresó su reconocimiento a este centro dedicado a la rehabilitación del mono aullador, creo que carecería de sentido cuestionar una acción que lleva a conservar una especie única en nuestro país, en todo caso deberíamos evitar la disminución de sus regiones naturales para permitirles desarrollarse libremente.

Por Estefanía Martínez
Fuente: http://www.proyectocaraya.com.ar/



03 de Octubre de 2010

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