Ante la situación que se ha suscitado desde las esferas del gobierno de la provincia de San Luis, que pretende adueñarse de un área protegida que reviste la máxima categoría de manejo que un territorio puede ostentar, en cuanto a la protección de sus valores naturales y culturales, como es constituir un PARQUE NACIONAL, trataremos de realizar un análisis desde diversos enfoques.
A modo de breve reseña histórica
La historia reciente de la Sierra de las Quijadas nos remonta al geólogo explorador de YPF Román Guiñazú, quien ya a fines de la década del 30 postulaba que Quijadas debía de ser protegida constituyéndose en Parque Nacional.
A fines de los años 60 el gran paleontólogo argentino José Bonaparte con su descripción del primer Pterosaurio en argentina, al que llamo Pterodaustro guiñazui en honor al anterior, puso a las Quijadas en el mapa mundial.
En los primeros años de los 80`s la primera misión de reconocimiento de técnicos de Parques Nacionales ya lo sumaba en la lista de los sitios en Argentina para alcanzar la máxima categoría de conservación. Entre los años 1989 y 1991 se concretó el proceso de traspaso de la provincia de San Luis a la Nación Argentina, mediante ley provincial y posteriormente ley nacional, para la declaración del Parque Nacional Sierra de las Quijadas.
Si bien en el imaginario popular respecto a las Sierras de las Quijadas, quedaron las imágenes de la mítica película "Un Lugar en el Mundo", el hecho de que comience a ser visitado por turistas no solo argentinos sino de todo el mundo, no lo constituyó en primer medida precisamente esta bella película, sino justamente su categorización como PARQUE NACIONAL en la provincia de San Luis.
Comenzaba a caminar la historia del primer Parque Nacional de la región centro oeste del país, al que se sumarían El Leoncito y San Guillermo en San Juan, Talampaya en La Rioja y Quebrada del Condorito en Córdoba.
Dejarían su huella en este proceso investigadores y naturalistas como Eduardo Haene, Guillermo Gil, Miguel Nellar, David Rivarola y Roberto Molinari, entre otros. También fueron pioneros los primeros guías y exploradores que se instalaron precariamente, pero recibiendo la hospitalidad de la familia de Pilar Rodríguez, que tal como lo hiciera su tío Cornelio Rodríguez con Don Román Guiñazú, Pilar sería el anfitrión de la llegada de los primeros guardaparques nacionales.
El Proyecto
El proyecto original comprendía 150 mil hectáreas, 75 mil de categoría de Parque Nacional (área núcleo intangible) y otras 75 mil de categoría de Reserva Provincial (área de usos múltiples y cinturón de protección de la anterior). La primera como dicta la ley fue expropiada y categorizada, lo que hoy constituye el Parque Nacional, la segunda nunca fue concretada por el Gobierno Provincial.
El acuerdo fue entre los gobernantes Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá. Tales expropiaciones fueron pagadas por la Nación Argentina, pero las tasaciones de los campos las realizó la Provincia. También es sabido que pronta sería la desilusión de los funcionarios provinciales cuando comprendieron que Parques Nacionales es una institución de conservación y no realizaría ni hoteles, plataformas flotantes, ni funiculares con forma de cóndores ni pterosaurios que destruyeran el paisaje único del Potrero de la Aguada, gran atractivo del lugar. Para estos desarrollos de infraestructura se encontraban precisamente los alrededores del Parque Nacional, o sea la planificada y no concretada Reserva Provincial. Lógicamente al no haber llegado nunca el agua, la luz o el transporte, resortes de los estados provinciales y no de una institución de conservación como la APN, ni siquiera pudo haber inversión privada. Tampoco llegó inversión a nivel de desarrollo social.
Fue el Parque Nacional quién a través de puestos directos e indirectos de trabajo empezó a movilizar la incipiente economía alternativa a los planes de asistencia social y a la ganadería de subsistencia. Tampoco se puede desconocer que a través del Parque Nacional mucha gente de los alrededores pudo salir del paso en sequías extremas haciendo pastar y abrevar su ganado en el interior del área.
¿Que significa administrar áreas protegidas?
Un parque nacional constituye un patrimonio de la población de un país donde el estado tiene la obligación de asegurar su conservación, como debería hacerlo con la salud, la educación, etc. Mundialmente las áreas protegidas de máxima categoría de manejo, como los parques nacionales incluyen importantísimas representaciones de sistemas naturales en funcionamiento, legados culturales, geológicos y paleontológicos. Los que permiten entre otras, servicios ambientales para las regiones y sus poblaciones humanas donde estos están ubicados, como pueden ser la protección de cuencas hídricas, bosques, etc.; conservación de la diversidad biológica, la preservación del legado cultural y también la restauración ecológica de lugares deteriorados. Hacen factible también el desarrollo de la investigación científica y el disfrute y el esparcimiento de las personas. Por último pueden y deben convertirse en alternativas económicas y de desarrollo sustentable en las poblaciones de la región.
Trabajar en todos estos frentes de una manera seria, equilibrada, sustentable, mancomunada y participativa es la clave de una administración que se precie de saber lo que hace, y en ese camino anda el órgano por excelencia de la conservación de la naturaleza en la Argentina, con sus muchas décadas de existencia la Administración de Parques Nacionales, todo esto si dejar de tener encuentra honrosos ejemplos como lo son provincias como Mendoza, Misiones y algunas otras.
Todo lo que amenace con irrumpir drásticamente y/o exaltar desmedidamente alguno de estos aspectos indefectiblemente podrá traer consecuencias aun mas impredecibles y sospechosamente inciertas que la creación de un parque nacional.
Por el contrario tenemos el caso de un estado provincial como el de San Luis que apenas ha dado pasos en el camino de la administración de su propio sistema provincial de áreas protegidas.
La Administración de Parques Nacionales reconoce a los pueblos originarios a lo largo de todo el territorio de la Argentina donde éstos se relacionan a las áreas bajo su jurisdicción, y de hecho existe una coexistencia, que cada vez más se encamina a producir experiencias fructíferas de desarrollo y manejo, que redundan en el cumplimiento de los objetivos de conservación y en el bienestar de las poblaciones vecinas.
El Estado Nacional hoy es garante de la conservación de todas esas áreas bajo su administración, para sus habitantes y para el mundo. Existen convenios y el país es beneficiado con aportes que en momentos de plenas crisis económicas, permiten continuar con un ,a veces lento pero indefectible, desarrollo del sistema de Parques Nacionales y demás categorías de conservación bajo su cuidado, áreas que además gozan de un marco jurídico de estatus nacional, la ley 22.351, que las hacen defendibles en gran medida de los intereses políticos de turno, cosa que no pasa con las áreas en jurisdicción provincial.
Así es que no se pueden condicionar todos esos valores que constituyen un patrimonio social que protegen los parques nacionales, al interés de unos pocos. No se puede convertir un área protegida en una estancia ganadera o en un campo petrolero o de monocultivos, y menos utilizar la imagen de un pueblo originario como inteligente y cínico pretexto.
La consolidación definitiva del Parque Nacional
Cuando las expresiones que se escuchan son que no se ha invertido y que el parque no ha generado desarrollo, es imposible no reflexionar sobre algunos datos históricos. Desde la llegada de Parques Nacionales a las Quijadas en el año 1995 a la fecha, el número de personal ha aumentado de 2 a 18, siendo en la actualidad un total de 10 los puestos de planta permanente, de estos 5 son personas de San Luis. De los 18 trabajadores 8 personas son oriundas de la provincia de San Luis, siendo 6 pobladores locales, habiendo sido todos capacitados por la A PN.
De los mas de 50 guías habilitados en el Parque Nacional, unos 15 son guías de sitio (lugareños), una cifra difícilmente repetible en proporción en el sistema de Parques. Todos estos guías de sitio trabajan en igualdad de condiciones con el resto.
La planta automotriz se cuadruplicó en estos 15 años. Se realizaron censos socio productivo en las poblaciones vecinas, se trabajó en educación y extensión en las escuelas de la región, se detuvo el saqueo histórico y se realizó un efectivo control sobre las riquezas naturales y culturales del lugar. Se fomentó y apoyó la investigación desde el ámbito interno y el externo, con un creciente vinculo con la UNSL. Se realizó el Plan de Manejo del área de manera participativa , vigente desde el año 2006, así como otros planes educativos e interpretativos y de monitoreo. Se fomentó la recreación ordenando y diseñando nuevas alternativas de uso para el público visitante del Parque Nacional. Se combatieron efectivamente todos los incendios forestales, también se trabajo sobre especies exóticas. Se participó y apoyó en por lo menos 5 documentales relacionados al lugar.
Hoy en día están en construcción las obras de de viviendas e infraestructuras para guardaparques, centro de visitantes y otra, por el "Proyecto BIRF de Áreas Protegidas y Corredores Chaqueños" por un monto de $ 3.488.696. Por último cabe aclarar que se llevaron a cabo múltiples interacciones con las comunidades vecinas, no solo de San Luis sino también de Mendoza y San Juan, a través de trabajos mancomunados con el INTA-PSA, proyectos de mejoras a través del INAES, colaboración con Programa de Control de Chagas, apoyo a la formación de Comisiones de Fomento, Asociaciones de Artesanos y Cooperativas.
Actualmente el componente DAS, del Proyecto BIRF, con apoyo para infraestructura y capacitación en las poblaciones vecinas de San Luis y Mendoza. Y la colaboración ya histórica del personal del Parque Nacional para con los vecinos. Es importante informar también que la Administración de Parques Nacionales cuenta con una Delegación Regional Técnica, abocada al apoyo de los Parques de la región centro oeste del país con un equipo multidisciplinario de más de 20 técnicos. CLARO QUE TODO ESTE ESFUERZO HUBIESE SIDO MUCHO MAS FRUCTÍFERO EN EL MARCO DEL TRABAJO MANCOMUNADO Y EL APOYO DE PARTE DE LA INSTANCIA GUBERNAMENTAL DE SAN LUIS, COSA QUE NO HA SUCEDIDO NUNCA.
¿Cómo revertir el deterioro ambiental?
No hay que engañarse, el Parque Nacional Sierra de las Quijadas se declaró en la década de los 90, no en los 30 ni en los 40, por lo tanto se trata de un ambiente fuertemente deteriorado por la intensa actividad extractiva a la que fue sometido sobre todo en el siglo 20, "ya advertía Román Guiñazú de la necesidad de protegerlo en la década del 30". Gran parte de sus bosques fueron talados o incendiados, muchas de sus especies de fauna diezmadas, la ganadería intensiva en una región de características áridas dejó y deja su marca, el saqueo de los valores paleontológicos y geológicos fue grande, y eventos tan distantes como el manejo de la cuenca hídrica del Rio Desaguadero trajo aparejado el mayor cambio ambiental y por consecuencia social de la región, la pérdida del Humedal de Huanacache.
Todo esto pone al Parque Nacional Sierra de las Quijadas en una situación cual cuarentena, en cuanto a la recuperación en su sistema natural. Son graves y evidentes hoy en día los procesos erosivos que se han originado por la intensa actividad humana previa creación del parque nacional.
En el humedal de Huanacache, Sitio Ramsar, no solo se han perdido en gran medida hace décadas la fauna y la flora asociados, sino también las canoas y los pescadores. Hoy asistimos a proyectos que pretenden dar vida a esas antiguas lagunas, ¿quién puede negar que esas lagunas nunca debieron desaparecer?, pero hoy en día la transformación del medio natural y social, y su pretendida recuperación a un estado de cosas parecido al original, parece remitirse a una simple cuestión de ingeniería, como si todo eso se pudiese recuperar con la sola construcción de un paredón que intente retener agua. No es pesimista reconocer que estos proyectos podrían llegar a ser más drásticos en sus resultados que la desaparición misma del humedal. Ni que hablar de que sin agua no habrá muralla que valga, y la cuestión del manejo hídrico en la cuenca del Desaguadero, Ríos Mendoza, San Juan y Jáchal- Bermejo, es más compleja y llega hasta los mismos glaciares de altura. Desde el uso urbano y agropecuario, hasta el más reciente pero inmensamente más demandante uso de agua por parte de la minería a cielo abierto. El arrebatamiento de las aguas por parte de otras jurisdicciones y la contaminación de las que dejan correr no dejan mucha luz de esperanza en el horizonte para los rimbombantes planes "laguníferos locales".
Se pudo leer en el mendocino Diario UNO, del viernes 19 de marzo, en su artículo titulado "Conflicto en puerta con San Luis por el agua del Rio Desaguadero", que los estamentos oficiales de esa provincia no comparten ni el entusiasmo ni el optimismo por tal proyecto y que luego del análisis por parte de Asesoría de Gobierno, Fiscalía de Estado, e Irrigación, todas estas instancias han realizado observaciones al mismo.
Es de suponer que cualquier actividad, no consensuada y controlada debidamente, como por ejemplo las de pastoreo o extractivas, traerán consecuencias ambientales, ni que hablar de las consecuencias sociales que traerá el usufructo a favor de un solo sector de la comunidad, sobre el actual patrimonio argentino que constituye el Parque Nacional Sierra de las Quijadas. Por eso al leer las declaraciones criticando, en el Diario de la República del 5 de abril pasado, por parte de funcionarios ilustrándose con fotografías añejas, que existen tranqueras que restringen el acceso al parque nacional, habría que ver que otra mejor manera conocen de mantener a las 4x4, a los fusiles de los cazadores furtivos, a los camiones de extractores de madera y cuatreros, etc., fuera del área protegida.
No hace falta ser un especialista en conservación y administración de parques y reservas para entender las razones de ciertas restricciones, pero los argumentos y reflexiones oficiales en San Luis pierden credibilidad cuando los expertos -peritos en restauración ambiental que encarnan la voz son agrimensores o fiscales, como dice el viejo adagio zapatero a sus zapatos.
El reconocimiento de una comunidad originaria
Sin perjuicio de que el mestizaje entre la sangre de habitantes del continente americano, previo al desembarco colonizador y todas las inmigraciones que llegaron a estas tierras posteriormente constituye la base humana de este país, es innegable que ciertas etnias, ya sea por su ubicación geográfica o por rasgos culturales han perdurado hasta la actualidad mas que otras. Y por perdurado se define a la mantención de sus rasgos culturales y en relación al territorio que ocuparon, al menos históricamente.
Es así que desde la colonización española y la posterior conquista del desierto por parte de del gobierno unitariamente centralizado, los pueblos originarios han pasado desde la persecución y exterminio, hasta la marginalidad y recientemente el inicio de su reconocimiento. Conocidas son las reivindicaciones en diversos puntos del país, producto de cruentas luchas que han demorado décadas en ir dando frutos. Tampoco son ajenos a estos procesos el oportunismo político en esas justas causas. Y es aquí donde el caso de San Luis comienza a mostrar su ribete llamativo, ya que el reconocimiento de las etnias ancestrales no es producto de la organización y lucha de las comunidades, sino un impulso del mismo estado provincial.
Conocida es la reivindicación del pueblo Huarpe en la provincia de Mendoza, departamento Lavalle, con mas de 10 comunidades organizadas reclamando su derecho comunal al gobierno provincial desde hace tiempo, hecho inexistente de este lado del Rio Desaguadero hasta que el mismísimo gobierno de San Luis se convierte en abanderado de la causa. Más allá del posible análisis antropológico sobre los rasgos culturales, y a sabiendas de que los pueblos de la región fueron conquistados y cristianizados hace ya varios siglos, es sabido que con el humedal de Huanacache, extinto hace décadas, se fueron muchos rasgos característicos de la región. Al parecer todas estas cuestiones son ignoradas por el gobierno familiar que llega hasta nuestros días, que fue quien propulsó la cesión de tierras a la Nación para la creación de un Parque Nacional, recibió por ello la distinción nacional "Conservar el Futuro" , otorgada por la APN y el encargado de llevar adelante las expropiaciones a los dueños legales.
La Administración de Parques Nacionales recibió de manos del gobierno provincial esas tierras en esas circunstancias, ya que el estado provincial no realizó entonces ningún tipo de reconocimiento a la comunidad Huarpe en cuestión. Es un hecho que desde los viejos permisos de ocupación y pastaje de hace décadas en Parques Nacionales, ha cobrado gran fuerza y se ha multiplicado la interacción, el reconocimiento, el apoyo mutuo entre la Administración de Parques Nacionales, en todas las áreas protegidas de su jurisdicción y las comunidades vecinas, sean campesinos de pueblos originarios o criollos.
A modo de conclusión mas allá de los métodos con el que el gobierno de San Luis se encuentra encausando la restauración histórica, cosa que no nos atañe analizar en esta instancia, tal reconocimiento desde cierto punto de vista es un hecho indiscutible en la práctica, ya sea el caso del pueblo denominado Ranquel, al sur de la provincia, justamente en la zona donde fracasó un proyecto de creación de un Parque Nacional "Los Venados", que protegería ese ambiente de pastizal pampeano, casi extinto en la Argentina, y al venado de las pampas, símbolo provincial y especie al borde de la extinción; y como lo es el caso del pueblo Huarpe a los que ya se les restituyeron más de seis mil hectáreas.
Lo que genera una sensación extrañamente sospechosa, es que tal reconocimiento se de justamente en el marco de una batalla política Estado Provincial versus Nacional, y que el precio de esta pretenda ser la caída de una área protegida con 20 años de vida. Es paradójico que se pretende arrebatar un bien bajo la custodia de la Nación, justo cuando es la Nación misma es la que ha iniciado primero el reconocimiento de la preexistencia étnica. Llama poderosamente la atención el modo asistencialista y dudosamente sustentable en el tiempo con que se está llevando a cabo este reconocimiento en San Luis. Lo restringido del alcance a nivel social ya que al parecer muchos descendientes no forman parte de la elite seleccionada, ya que pocos son los beneficiados y de ellos, algunos ya eran terratenientes en la zona en cuestión.
Las tierras cedidas al pueblo Huarpe, ¿para su propiedad comunitaria?, en la localidad de La Tranca, las cuales constituirían mas de 6 mil hectáreas, han sido emplazadas dentro del sector norte que constituía la Reserva Provincial de usos varios del proyecto original, justo acorde a lo previsible en estos casos y contigua al área núcleo de conservación que constituye el Parque Nacional Sierra de las Quijadas, por lo tanto no constituye un conflicto de usos y administración. Es aquí donde al estado provincial le corresponde cubrir su rol y desarrollar las condiciones de vida digna de toda la comunidad de La Tranca.
Este debiera ser el punto de partida de un trabajo mancomunado, Nación, Provincia y comunidad de La Tranca, cada uno asumiendo su rol y responsabilidad, por el desarrollo y el bien común de la región y sus habitantes. Ya que la existencia de un Parque Nacional vecino, que con sus 75 mil hectáreas es un patrimonio y potencial no solo de la comunidad Huarpe, sino de todos los vecinos de la amplia región a su alrededor, es de por si una oportunidad de desarrollo con la que muchos pueblos desearían contar hoy en día.
Comentarios
#1 Romina dijo: 09.06.2012 - 20:36hs Hola, quería saber donde puedo consultar para visitar el parque. Yo soy de Villa Mercedes, San Luís y solo fuí una vez cuando era chica, y me llama mucho la atención que teniendo la belleza que tiene y la historia que tiene, haya gente de la misma provincia que ni sepa que existe, ya que no se difunde para nada. No se escucha hablar del parque nunca!!!!Gracias